31 octubre, 2011


Sus ojos brillantes contenían las lagrimas y admiraban lo que a lo lejos podían percibir. Un pleno horizonte sin fin difícil de describir, tan mágico como el caer de una hoja en otoño y a la vez más oscuro que la mismísima oscuridad. El tiempo suspendido en la eternidad y los recuerdos en caída libre hacia la nada misma. Remolino de sentimientos encontrados transformaban  la humanidad toda en una simple sombra parecida a una tonta silueta pintada por la mitad. Una plena burla al razonamiento y una carga de baterías a la inspiración. Carpe diem

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parecio muy inspirador tu texto

escuchando palabras dijo...

excelente relato y me parece extraordinario seguir avanzando, besos