17 noviembre, 2011


Miles de horas empeñadas en soñar un posible futuro que puede desmoronarse tan solo en un segundo. Tantos minutos que se convierten en cadáveres, victimas del tiempo que avanza arrasando la eternidad. Rayos de luz que atraviesan el cielo a la velocidad de la memoria mientras la tierra gira en su eje al ritmo de un desesperado corazón. Todo pasa, vuela, escapa, pero no vuelve, solo se estanca en el pasado. Todo muere en la ciudad gris, se hunde y se entierra bajo los tobillos de la gente pensante. El viento limpia las penas y el polvo que se esconde en sus pestañas, pero le resulta imposible desenmascarar las sonrisas mediocres que se inventan al caminar. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El futuro es incierto y los sueños aun mas pero, tenemos la dicha de saber que algun dia pasaran

Kiki Gruñitos dijo...

El tiempo implacable..
Buen relato :)