01 agosto, 2011

Hoy, mes nuevo, empieza la segunda parte de este año maravilloso. Volvieron a empezar las clases y otra vez la lluvia caótica de sentimientos que me invaden, a todo esto sumándole el frio que me congela las ideas y seduce a mi inconsciente a tirarse a dormir en la cama calentita todo el día.      Ni había sonado el despertador y yo ya estaba casi lista para ir a la escuela, la ansiedad no me había dejado pegar un ojo en toda la noche y mi cabeza pensando mil cosas a la vez que no dieron paz al descanso. Ya necesitaba volver e introducirme de nuevo en el interminable ritmo de la ciudad y de mi vida “normal”. En fin, ya feliz de reencontrarme con la rutina y la sensación de agobiante cansancio constante. Se me cierran los ojos y a pesar de haber sido un día súper corto ya no quiero ver nada más relacionado con el estudio.
Parece irónico pero sé que ya en un par de semanas voy a estar rogando por unos días de vacaciones, pero mi sensación de felicidad de volver a ver a todos después de estar aislada por dos semanas, fue realmente placentera. Es como la sensación de estar en casa.

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